PÁLMACES DE JADRAQUE



(Pincha título para acceder a la ruta en Wikiloc)

Situado en la provincia de Guadalajara, junto al embalse del mismo nombre. Se encuentra este bello pueblo. Lugar para perderse por sus calles, oliendo a leña en una fría tarde de otoño. Rodeado de naturaleza, respirando la pureza del oxígeno. Tanta belleza, tanta paz, sobrecoge el alma. Y parece imposible que a tan sólo 130 kilómetros, se encuentre la capital, con sus ruidos y movimientos.
Hay que aprovechar la luz del sol, y salimos temprano. Comenzando nuestra ruta en Angón, un pueblo de 24 habitantes. Cruzamos por sus calles, de casas antiguas, donde aún se puede ver la construcción de antaño, barro, paja y piedras. 
Atravesando la Sierra del Torrenegro, llegamos al río Cañamares, que cruzará el embalse Pálmaces, las localidades de Pinilla de Jadraque, Medranda y Castiblanco de Henares, donde termina su aventura, desembocando en el río Henares.







Continuamos cruzando la sierra, para llegar a nuestra siguiente parada, el embalse de Pálmaces. El Bon (Alto de la Mesa), es un paraje ideal, para disfrutar de las vistas del paraje.





Tomando una gran bocanada de aire, manteniendo en la retina tal belleza, seguimos camino de nuestro próximo encuentro, junto a la Cañada de la Calavera.
Aquí encontramos una casa abandonada, habitada posiblemente por una familia dedicada al pastoreo, en una época ya lejana.





Seguimos bordeando el embalse, y cargando nuestra cámara de imágenes. Cómo éstas, en la que se aprecia a los lejos el Alto Rey nevado.



O éste ramal del embalse.


Ya a los pies del embalse, nos encontramos con esta mina de caolín.




Ya vamos llegando a la presa del embalse, que cruzaremos para llegar a nuestro destino Pálmaces de Jadraque.






Pálmaces de Jadraque, es un bonito pueblo a visitar, no sólo por su entorno, también por su arquitectura. Las casas de piedra, los balcones adornados con macetas, el encanto de un lugar cuidado.



Con mucha pena, hay que hacer el camino de vuelta. Aunque todavía nos queda alguna sorpresa inesperada. 


Y es que los campos están arados, el contraste de colores, la siembra que empieza a brotar y los que aún no han empezado, nos deja sin palabras. Y pensar que hay gente que ve este espectáculo a diario. No saben la suerte que tienen.














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